miércoles, 25 de abril de 2012

La renovación del Apra

También lo encuentras en: http://www.lasopa.pe/2012/04/la-renovacion-del-apra-por-jaicec.html
El objetivo principal de un partido político es llegar al poder, y si entendemos por poder a la capacidad de influir o guiar las acciones los demás, es menester entender y saber cómo se construye, en este caso, el poder político.
El filósofo francés Pierre Bourdieu, dedicado a la sociología, definió al poder político como la suma del resto de poderes; es decir, como la suma del poder que se da en todos los campos de la sociedad, económico, intelectual, informativo, etc.
Para ello, definió al campo como el lugar de acción social donde se compite por los beneficios específicos de cada campo, y que en cada uno de estos, se compite según el capital que se posee. Entiendo como capital, a la suma de todo lo que puede ser utilizado. Podría ser la suma de habilidades, para obtener las máximas ventajas y así imponerse sobre los otros.
Según esto, podríamos decir que la lucha por el poder político se da en todos los campos de la sociedad y que por tal, los partidos políticos tienen que estar estructurados y organizados para luchar en toda esa infinidad de campos. Por ello y ante la crisis de representatividad mundial, es necesario reflexionar sobre el cómo fueron imaginados los partidos políticos cuando surgieron y fundamentalmente sobre el cómo deben ser imaginados para enfrentar el futuro.
En el caso peruano, tenemos al Apra como el partido político más importante del siglo XX, el cual está atravesando una fuerte crisis debido a los cambios originados por la globalización, la alta tecnificación y la democratización de la información. En resumen, la forma en que se estructuró cuando apareció ya no responde a la realidad política actual.
Debido a ello, podríamos decir que el Apra ha dejado de lado la idea que nos da Bourdieu sobre el poder político y que por tal, se ha limitado a desenvolverse dentro de lo político, entiendo por esto, a limitar su desarrollo dentro de la estructura política tradicional, que en la actualidad ya no representa a lo político, sino únicamente a los políticos. Por tal, el Apra ha pasado de ser el Partido del Pueblo a ser el partido de los apristas.
Entonces, para romper con esta trágica continuidad de acción política que solo lo llevará a su desaparición, el otrora Partido del Pueblo debe estructurarse nuevamente. Para esto, debe comprender que la sociedad para la que fue estructurado ya no existe.
Lo primero que debería de hacer es entender que la típica estructura partidaria, dividida entre lo territorial y funcional debe de ser cambiada por una estructura que contemple al ámbito territorial,  funcional y virtual, pues en un mundo signado por la rapidez del intercambio de información, el cual se da en el campo virtual, es de suma necesidad entrar en la dinámica de la lucha por el poder en dicho campo.
Luego, y debido cada vez más a la alta tecnificación, debe de prestar mucho mayor atención a su estructura funcional, pues es en este campo en donde se da la lucha por el poder del conocimiento, en el que solamente los profesionales altamente calificados podrán hacerse de ese poder. Así, por mencionar solamente un ejemplo, el Apra deberá salir en busca de los mejores cuadros universitarios, pero no para introducirlos en la dinámica partidaria, la cual los espanta, sino para saber quiénes son y a quiénes tendrá que llamar para poder conducir el Estado de la mejor manera posible.
Nos queda entonces el campo territorial, el cual descansa básicamente sobre una estructura mucho menos abstracta que las dos mencionadas anteriormente, y que vemos reflejada en los locales partidarios distribuidos por todo el territorio nacional.
Y en una sociedad donde el buen uso del tiempo es vital para la producción, la militancia política territorial ha dejado de tener la importancia que tenía antes, pues para los ciudadanos de a pie es invertir su tiempo en algo a simple vista no tan productivo. Entonces, toda esta infraestructura territorial debe ser puesta en funcionamiento según los intereses de la sociedad, esto es,  los locales partidarios tienen que pasar a ser locales al servicio de la comunidad, pues solamente así la sociedad reconocerá su utilidad. Ello se puede lograr abriendo los locales a las necesidades que cada localidad tenga, haciéndolos funcionar como bibliotecas, prestándolos para campañas médicas, etc.
En conclusión, la famosa apertura del Apra no significa abrir sus puertas y convertirlo de alguna manera en un club social, significa más bien abrirlo a las nuevas necesidades de la sociedad y por ende, de la política. Esto es, la apertura del Apra debe pasar  por renovar su manera de entender y sentir la política.

miércoles, 4 de abril de 2012

El poder del Apra

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El internacionalista norteamericano Joseph Nye, en su afán de aportar a que Estados Unidos siga manteniendo su supremacía frente al resto de países,  dividió el poder de su país en dos. Un poder duro, basado en su fuerza militar y poder económico, es decir, su poder material. Y un poder blando, basado en su capacidad para organizar la agenda política desde la influencia de su cultura, por tal, su poder inmaterial. Llegando a la conclusión de que en la actualidad, si bien el poder duro sigue siendo fundamental, es el buen uso del poder blando el que permitirá a dicho país seguir manteniendo su supremacía.

Por ello, y debido a que llegó a mis manos una encuesta nacional que realizó el Instituto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católica del Perú entre la primera y segunda vuelta electoral de la pasada elección, en torno a las percepciones que la gente tiene sobre el Apra, es que intentaré hacer el mismo ejercicio para poder determinar cuál es el poder real del Apra, pues las últimas elecciones generales, si bien en términos de resultados electorales han sido desastrosas para dicho partido, deben de servir para hacer un análisis frío que nos permita saber cuál es el veredero poder del partido político más antiguo del Perú.

Una de las preguntas de dicha encuesta se refiere a la simpatía que tienen los ciudadanos por las distintas organizaciones políticas, en la que el 5,5% de encuestados dice simpatizar con el Apra. A simple vista, la cifra es desalentadora, pero si analizamos el contexto en que se dio, nos damos cuenta que no es tan cierto, debido a que el Apra al no presentar candidato presidencial no fue parte del juego político que se desarrollaba en el momento de la encuesta. Por ello, se podría decir que ese 5,5% representa al aprismo militante, al núcleo duro que a pesar de que el Apra no participe de la contienda electoral, le guarda fidelidad.

En otra pregunta se hace referencia a la probabilidad de la gente a votar por el Apra, en lo concerniente al ámbito congresal y ejecutivo (provincial y regional), en la que haciendo un redondeo de los dos ámbitos, tenemos que el 16,5% probablemente votaría por éste. Tenemos entonces en esta cifra al voto potencial del Apra, que no se considera aprista, pero que lo ve como una alternativa y no tiene reparos en brindarle su voto, lo que consideraremos como poder blando.

Si sumamos ambas cifras, tenemos un 22% que es más o menos la votación que el Apra obtuvo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del 2001 y del 2006. En ambas oportunidades, la suma de su poder duro y blando lo llevó a la segunda vuelta electoral. Entonces, al igual que lo que dice Nye sobre Estados Unidos, tenemos que para el Apra es el buen uso de su poder blando lo que le permitirá nuevamente acceder al poder y así ratificarse como el partido más poderoso del Perú.

Dicho poder blando lo encontraremos entonces fuera del los locales del Apra, representado en primer lugar en la cultura familiar aprista, en la que un miembro militante del partido termina por hacer de su hogar una pequeña embajada aprista, muy alejada de la organización partidaria, pero siempre dispuesta a darle su voto. De igual manera sucede en el resto de espacios, en el centro de estudios, en el barrio o en el lugar de trabajo.

Cabe resaltar, que ese poder blando fue representado por todo el movimiento cultural que representó el Apra cuando emergió, no por gusto el primer secretario general del Partido fue un poeta, al igual como lo fueron muchos dirigentes apristas en provincias. Además, figuras como Luis Alberto Sánchez siempre funcionaron como un imán muy por encima de la organización partidaria y algunas veces con más arraigo que ella misma.

Por eso, es importante que para poder enfrentar los retos del siglo XXI, el Apra trabaje con mayor esmero ese poder blando, pues actualmente, debido al avance tecnológico y a la democratización de la información, cada vez es más difícil encontrar militantes. Ahora, cada uno es su propio partido y su único militante a la vez.

Por último, el 30% de encuestados afirma que el Apra es un partido que debería renovarse totalmente y jubilar a la mayoría de sus líderes históricos. Si leemos con atención dicha cifra, puede representar la suma de un poder duro, organizado y que trabaje de la mano junto con el poder blando, lo que se podría traducir en que el poder duro sea una herramienta que permita al poder blando actuar lo mejor posible, es decir que el Apra vuelva a ser una herramienta para la sociedad y no la sociedad una herramienta para el Apra.