*Artículo publicado en www.lasopa.pe, único territorio libre de Indoamérica.
Un día nos llegó un fax que decía: renuncio. Y la sociedad civil organizada y vigilante se volcó a las calles del Perú a celebrar el triunfo de la democracia.
Otro día, varios años después, la democracia volvió a vencer por apenas 447 057 votos (7.937.704 votos contra 7.490.647) y las calles se volvieron a llenar de multitudes ardientes de democracia, que celebraban su triunfo.
Esto sólo pudo pasar gracias a la imaginación de varios grupos de personas, los cuales dieron la impresión de ser un disfuerzo social o un club de amigos.
Y eso es muy preocupante, porque se nos han pasado diez años de democracia y no hemos hecho nada, esta sigue igual de frágil e igual de artificial o como caída del cielo. Parece que no recordáramos que, efectivamente, el regreso a la democracia nos cayó del cielo. Qué el gran conquistador de la democracia fue el mismo Fujimori cuando amablemente nos la envió por fax, al mismo momento que enviaba su renuncia a la presidencia.
Tan similar como decir que los escasos 447 057 votos por los que perdió el fujimorismo, fácilmente podrían representar el famoso “matamos menos” y no un gran discurso de la decencia frente a la corrupción. Otra vez fue del fujimorismo mismo y no de otro lado, de donde vino su derrota.
Por tanto queda muy claro, que la segunda vuelta electoral que tuvimos volvió a mostrarnos nuestra fragilidad democrática, pues de qué democracia podemos hablar si no hubo partido político alguno en la disputa por la presidencia. Lo que al final nos llevó obviamente a escoger entre dos autoritarismos, uno de jerga “neoliberal” y otro de jerga “social”; es decir, la misma chola pero con diferente calzón.
Pero felizmente, ante la crisis de representación política en que nos encontramos, nuevamente la sociedad civil, ahora vigilante, saldrá a poner el pecho y asegurar el triunfo de la democracia, como lo hizo contra Fujimori en los 90s.
Porque la lucha contra el fujimorismo fue dura y pareja. ¿O no? Por favor, lo más grande que hubo contra Fujimori fue la marcha de los cuatro suyos, y estamos hablando máximo de ochenta mil personas, y no digo menos, porque yo también estuve ahí y quiero ser parte de ese mito que se tumbó a Fujimori. Otra cosa es que se vio una cantidad de gente en las calles como no se veía en años. Recordemos que cuando se dio el autogolpe del 92, no hubo nada articulado contra Fujimori. La clase política se descascaró como por arte de magia, el Apra demostró que sin Alan García no hace ni cosquillas, y ni qué decir de la sociedad civil, relegada a salir de vez en cuando a la Plaza de Armas con sus ñabateas (recipiente que se usa para el lavado de banderas y sábanas, promocionado por una conocida marga de detergente).
Tan representativa como democrática y masiva fue también la marcha por la democracia o anti Keiko, que parecía más una victoria pírrica, de quince mil personas aproximadamente, juntas por la democracia contra una candidata, que en elecciones limpias y democráticas representaba nada menos que al 23% de la población, que democráticamente había votado por ella.
Y otra vez también nuestra clase política intentando ya no nadar, aunque sea flotar, para no morir ahogada en su propio mar de vanidades. Otra vez como hace diez años, no hay partidos políticos. El Apra ahora puso como pretexto que Alan García está gobernando y que volverá a salvar a lo último parecido que tenemos en el Perú a un partido político una vez acabado su mandato. De la misma manera estuvieron esperando que regresara del exilio para salvarlos. Es cierto, Alan García volvió y el Apra volvió a llegar al poder (o algo parecido), lo que si no sé es si eso lo ha salvado o lo ha ahogado más.
Nos queda entonces, nuevamente el fujimorismo, poniendo la agenda, como la puso para el regreso a la democracia. Pues fue el vladivideo lo que hizo que Fujimori mandará su renuncia por fax, así como fue el Congreso con mayoría fujimorista el que eligió a Valentín Paniagua como presidente transitorio.
Tenemos entonces que agradecerle a Trelles su “matamos menos”, si es que a alguien hay que agradecerle la derrota de Keiko Fujimori, del mismo modo que tenemos que agradecerle al vladivideo el regreso de la democracia. Otra vez, ahora en el 2011, como aquella vez en el 2000, tenemos que agradecerle al fujimorismo haberse tumbado al fujimorismo.
No esperemos al 2016 a que el fujimorismo se vuelva a entrometer en el camino al triunfo del fujimorismo, pues no hay instituciones a la vista que lo puedan hacer. La autodenominada izquierda sigue igual de ciega que la derecha, y el aprismo está muy flaco a la vez que Alan está muy gordo. Encima nuestra sociedad civil ahora quiere ser guachimán. Hagamos algo para que tanto la clase política como la sociedad civil estén a la altura de lo necesitado. Demostremos que nuestra memoria va más allá de diez años y que la reconciliación o es con todos o no es reconciliación.
Un día nos llegó un fax que decía: renuncio. Y la sociedad civil organizada y vigilante se volcó a las calles del Perú a celebrar el triunfo de la democracia.
Otro día, varios años después, la democracia volvió a vencer por apenas 447 057 votos (7.937.704 votos contra 7.490.647) y las calles se volvieron a llenar de multitudes ardientes de democracia, que celebraban su triunfo.
Esto sólo pudo pasar gracias a la imaginación de varios grupos de personas, los cuales dieron la impresión de ser un disfuerzo social o un club de amigos.
Y eso es muy preocupante, porque se nos han pasado diez años de democracia y no hemos hecho nada, esta sigue igual de frágil e igual de artificial o como caída del cielo. Parece que no recordáramos que, efectivamente, el regreso a la democracia nos cayó del cielo. Qué el gran conquistador de la democracia fue el mismo Fujimori cuando amablemente nos la envió por fax, al mismo momento que enviaba su renuncia a la presidencia.
Tan similar como decir que los escasos 447 057 votos por los que perdió el fujimorismo, fácilmente podrían representar el famoso “matamos menos” y no un gran discurso de la decencia frente a la corrupción. Otra vez fue del fujimorismo mismo y no de otro lado, de donde vino su derrota.
Por tanto queda muy claro, que la segunda vuelta electoral que tuvimos volvió a mostrarnos nuestra fragilidad democrática, pues de qué democracia podemos hablar si no hubo partido político alguno en la disputa por la presidencia. Lo que al final nos llevó obviamente a escoger entre dos autoritarismos, uno de jerga “neoliberal” y otro de jerga “social”; es decir, la misma chola pero con diferente calzón.
Pero felizmente, ante la crisis de representación política en que nos encontramos, nuevamente la sociedad civil, ahora vigilante, saldrá a poner el pecho y asegurar el triunfo de la democracia, como lo hizo contra Fujimori en los 90s.
Porque la lucha contra el fujimorismo fue dura y pareja. ¿O no? Por favor, lo más grande que hubo contra Fujimori fue la marcha de los cuatro suyos, y estamos hablando máximo de ochenta mil personas, y no digo menos, porque yo también estuve ahí y quiero ser parte de ese mito que se tumbó a Fujimori. Otra cosa es que se vio una cantidad de gente en las calles como no se veía en años. Recordemos que cuando se dio el autogolpe del 92, no hubo nada articulado contra Fujimori. La clase política se descascaró como por arte de magia, el Apra demostró que sin Alan García no hace ni cosquillas, y ni qué decir de la sociedad civil, relegada a salir de vez en cuando a la Plaza de Armas con sus ñabateas (recipiente que se usa para el lavado de banderas y sábanas, promocionado por una conocida marga de detergente).
Tan representativa como democrática y masiva fue también la marcha por la democracia o anti Keiko, que parecía más una victoria pírrica, de quince mil personas aproximadamente, juntas por la democracia contra una candidata, que en elecciones limpias y democráticas representaba nada menos que al 23% de la población, que democráticamente había votado por ella.
Y otra vez también nuestra clase política intentando ya no nadar, aunque sea flotar, para no morir ahogada en su propio mar de vanidades. Otra vez como hace diez años, no hay partidos políticos. El Apra ahora puso como pretexto que Alan García está gobernando y que volverá a salvar a lo último parecido que tenemos en el Perú a un partido político una vez acabado su mandato. De la misma manera estuvieron esperando que regresara del exilio para salvarlos. Es cierto, Alan García volvió y el Apra volvió a llegar al poder (o algo parecido), lo que si no sé es si eso lo ha salvado o lo ha ahogado más.
Nos queda entonces, nuevamente el fujimorismo, poniendo la agenda, como la puso para el regreso a la democracia. Pues fue el vladivideo lo que hizo que Fujimori mandará su renuncia por fax, así como fue el Congreso con mayoría fujimorista el que eligió a Valentín Paniagua como presidente transitorio.
Tenemos entonces que agradecerle a Trelles su “matamos menos”, si es que a alguien hay que agradecerle la derrota de Keiko Fujimori, del mismo modo que tenemos que agradecerle al vladivideo el regreso de la democracia. Otra vez, ahora en el 2011, como aquella vez en el 2000, tenemos que agradecerle al fujimorismo haberse tumbado al fujimorismo.
No esperemos al 2016 a que el fujimorismo se vuelva a entrometer en el camino al triunfo del fujimorismo, pues no hay instituciones a la vista que lo puedan hacer. La autodenominada izquierda sigue igual de ciega que la derecha, y el aprismo está muy flaco a la vez que Alan está muy gordo. Encima nuestra sociedad civil ahora quiere ser guachimán. Hagamos algo para que tanto la clase política como la sociedad civil estén a la altura de lo necesitado. Demostremos que nuestra memoria va más allá de diez años y que la reconciliación o es con todos o no es reconciliación.
(Lo encuentras también en: http://www.lasopa.pe/2011/06/el-fujimorismo-se-tumbo-al-fujimorismo.html)
1 comentario:
Me parece muy interesante tu post. Pero así como es muy principista e ingenuo creerle del saque a Ollanta Humala, venir a decir que ya se acabó la democracia otra vez es ser demasiado escéptico. Todavía no ha comenzado el gobierno, por lo tanto todavía no sabemos qué va a ser y hacer. Creo que hay que darle el beneficio de la duda, porque a todos nos conviene que se haga un buen gobierno; habría que ser muy mezquino o muy antipatriota para del saque estar en contra. Y creo que el 70% de aprobación y simpatía que acaba de salir en su favor piensa de esa manera.
Mi voto por OH no fue nunca un cheque en blanco, y si bien es cierto estoy dentro de ese 21% que finalmente le dieron la victoria, no estamos en la posición en la que aplaudiremos todos y cada una de sus iniciativas, sino que juzgaremos conviente respaldar aquellas que sean convenientes, y nos manifestaremos en contra de aquellas que no lo sean. Los jóvenes, y lo digo porque desde mi chamba puedo verlo, hemos aprendido a organizarnos, a formar iniciativas políticas, emprendedoras y sociales, ya no somos aquellos cojudos que en otros tiempos se dejaron estar, y la tecnología está de nuestro lado para fiscalizar a los gobernantes y a los demás tomadores de decisiones. Debemos exigir transparencia en primer lugar, la cual es viable a partir de la propia tecnología, y afrontémoslo, Alan y compañía no lo han sido. Debemos exigir el diálogo y la voluntad de tomar en cuenta la opinión de todos, y no solamente de unos pocos, por más plata que tengan. Y debemos también promover la inclusión social y no permitir que los gobernantes insinúen que la gente es estúpida, falta de entendimiento o que profesa animismo -qué mayor animismo que el Cristo del Pacífico, por favor-. A partir de ahora, debemos converger en que los políticos deben INSPIRAR las revoluciones y pleitos que debemos comprarnos para cambiar nuestro país, y no que simplemente vengan los mismos de siempre que se cuelgan de las conveniencias, miedos y males menores. La vigilancia implicará que haya un seguimiento real al cumplimiento de las promesas ofrecidas, para que no se repita giros a la derecha inesperados, como el del 2006-2011, que ni fue "cambio" ni fue "responsable". Una de las formas principales en las que sí habemos algunos que ya estamos haciendo algo para lograrlo, es ser los mejores profesionales que podamos, prioricemos nuestros valores formativos y no caigamos en el mismo hoyo de corrupción, carnetazgo, vara y nepotismo en el que muchos de nuestros allegados se vieron inmersos. Ese comportamiento no va más. No más.
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