La fiesta de la fraternidad se origina como
un reconocimiento a la labor encabezada por Haya de la Torre para instaurar la
democracia en el país. Es así como quedó instaurado el día de cumpleaños del
hombre que puso de moda la democracia en el Perú, como la fecha en que el
pueblo aprista hacía una pausa en su quehacer político para dar muestra de su
unidad, y mediante el discurso de su líder, reafirmar su compromiso con el país
y la democracia.
Por ello, todos los años, desde que se
instauró dicha celebración, no sólo apristas, sino todo el Perú, esperaban con
ansias el mensaje que marcaría por un año más el accionar del partido político
más importante del país. Siendo así, correspondería que esta vez, dicha
celebración sea por todo lo alto. Pues, es la primera vez desde que dejó el
gobierno, que el Apra tiene la oportunidad de dirigirse al país para dar un
balance de su paso por la administración pública y, además, marcar el derrotero
a seguir en los próximos días.
Debería por ello, ser un mensaje de optimismo,
pues el gobierno aprista, con errores y aciertos, ha sido el gobierno más
exitoso que ha tenido el país. Y la prueba más contundente de ello, es la de haber
sido el gobierno que más ha reducido la pobreza en la historia (de 44.5% a
31.3%), logrando así que de cada 100 peruanos pobres, 35 hayan dejado de serlo.
Sin embargo, la realidad es otra. Una
dirigencia enquistada e impopular, tanto partidaria como públicamente, intentó
disfrazar su incompetencia con una serie de celebraciones alternativas, que
felizmente no progresaron. Éstas sólo tenían como objetivo ocultar su nula
capacidad de convocatoria, pues la crisis política a la que han llevado al
Apra, es la peor que éste haya podido enfrentar en tiempos de democracia.
Pero las aves de paso que nos han llevado a esta
situación se irán, y la fuerza de la fraternidad que ya venció a las más
crueles y corruptas dictaduras, volverá a aparecer desde abajo hacia arriba, tal
como apareció para implantar esta festividad, para hacer del Apra el partido
sólido y moderno por el que tantos hermanos murieron.
El Apra es de todos los peruanos, y Víctor Raúl es
universal. Muestra de ello es el ejemplo que dio el segundo gobierno aprista,
dirigido por el Presidente Alan García, convocando a todos los peruanos de buen
corazón que quisieron colaborar en la difícil labor de hacer de este país un
lugar mejor donde vivir.
Y ese es el derrotero que el Apra deberá seguir,
dejando de lado a los que nos siguen haciendo daño y convocando a aquellos
peruanos, que apristas o no, mantienen aquella ilusión de alcanzar la justicia
social. Sólo así podremos seguir festejando la “fraternidad”. Hagámoslo no por los apristas, hagámoslo por
el Perú, tal como nos lo enseñó Víctor Raúl.
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