En medio de una ola de rumores, indicios y silencios cómplices, Ollanta Humala se encamina a seguir los lineamientos políticos esbozados en La Gran Transformación, por lo que es muy posible se termine comprando el 51 % de la Refinería La Pampilla. Lo que ha desatado una serie de pugnas en el gobierno entre los nadinistas, nacionalistas, caviares y militares de la promoción del presidente.
Esto porque la situación económica y financiera de Petroperú no es la mejor, debido a que la empresa se dedica solamente a algunos procesos del negocio petrolero y no está integrada verticalmente. Así, las utilidades obtenidas en los últimos años son pequeñas y no cubren la inversión que requiere el Proyecto de Modernización de la Refinería Talara, para lo que se necesitan US$3,500 millones. Y si se decide comprar Refinería La Pampilla por un monto de US$400 millones, se tendría que realizar una inversión inmediata de mil millones de dólares para montar las unidades de hidrodesulfurizacion (en cumplimiento a la normatividad ambiental que regirá a partir del 2015).
Se asumirá también una deuda que bordea los US$400 millones y otros compromisos que bordean los US$2 mil millones. Obviamente de las cuentas de Petroperú no podrán salir estos fondos, por lo que el gobierno central tendrá que ser el gran inversionista, relegando la inversión en sectores como educación, en el que este gobierno solo tiene retrocesos.
De otro lado, la actividad de refinación es sumamente riesgosa, pues sus márgenes de ganancia son muy pequeños debido a que la fijación de precios se efectúa de acuerdo con el comportamiento de los precios internacionales, resaltando que Petroperú y La Pampilla importan el 60% y el 80% del petróleo que cargan en sus refinerías respectivamente. Así, la compra de dicha refinería requeriría que Petroperú compre grandes volúmenes de petróleo o productos, lo que se traduce en otro fuerte gasto, pues un embarque de petróleo de 380 mil barriles tiene un costo aproximado de USS$40 millones.
Imaginemos las compras del orden de 1 millón 500 mil barriles, a lo que habría que sumarle que de acuerdo a requerimientos técnicos y legales, Petroperú debe mantener un inventario equivalente a 90 días de carga de sus refinerías, teniendo que mantener entre sus refinerías de Talara, Iquitos, Conchán y el Milagro, inventario de 9 millones de barriles de crudo. Si Refinería La Pampilla se incorpora a sus operaciones, las necesidades de inventario ascenderán a 18 millones de barriles, equivalentes a unos US$1,800 millones, con el riesgo de desvalorización de inventarios ante las fluctuaciones del precio internacional del crudo.
Es decir, si el precio internacional del crudo baja y la empresa estatal se stockea a un precio alto, en ese momento se originarán grandes pérdidas. También existen aspectos adicionales que no se pueden soslayar, pues al fusionarse las empresas existirán funciones técnicas y administrativas que se duplicarán y que exigirán una racionalización del personal. Por ello concluimos que no es recomendable la compra de la refinería La Pampilla, debiendo invertir todo ese dinero no sólo en educación, sino en carreteras y salud, fomentando y promoviendo la inversión privada motor del crecimiento económico, del que ya hay signos de desaceleración, lo que inmersos todavía en un sombrío panorama internacional, nos podría llevar a un crecimiento del desempleo y de la inflación, con lo cual se complicaría la situación económica y social del país. La que hasta ahora, por el crecimiento sostenido y la reducción de la pobreza por más de 10 años, ha demostrado que debe seguir en el mismo modelo, pero como el comandante Ollanta ha lanzado la frase "que el mejor modelo es el chavista" cualquier cambalache económico y social puede suceder si el pueblo lo permite.
*Artículo escrito junto a Víctor Raúl Trujillo de Zela y publicado en La Razón el 28 de abril del 2013.
**También lo encuentras en: http://lasopateologa.blogspot.com/2013/04/la-compra-de-refineria-la-pampilla.html
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