En su último libro “90 años de Aprismo”, para satisfacción de todos los apristas y también de quienes no lo son, Alan García ratifica que: “El objetivo del aprismo fue y es la democracia social –y no socialista-, que libere al ser humano de la explotación, el abuso, la pobreza y la miseria, garantizando con ello condiciones básicas para el ejercicio de la libertad y la búsqueda de la felicidad. Como concepto, la democracia social propone distribuir equitativamente los recursos de acuerdo con la contribución de cada cual en la producción y el desarrollo, evitando la injusticia y la desigualdad exagerada”. Lo que se entiende como garantizar para todos la igualdad de oportunidades.
Por lo tanto, quienes creen que el Apra se ha convertido en un partido conservador o neoliberal han tenido una percepción equivocada, justificada quizás por la comparación entre los dos gobiernos apristas. El primero dogmático, ideologizado y como afirma el propio Alan García, más velasquista que aprista. Y el segundo, políticamente pragmático y abierto a otros sectores de la sociedad y la política, dedicado a promover la inversión y el trabajo digno como principal fuente de crecimiento económico, con un extraordinario impulso de la inversión pública con lo que se logró la más grande reducción de la pobreza en la historia del país, reduciéndola de 44,5% a 31,3% en tan solo 5 años.
Así, en este libro se pone énfasis y se deja muy en claro que el Apra está lejos del modelo socializante de democracias reeleccionistas que devienen en autocracias corruptas y en endiosamiento a sus caudillos, típico de los regímenes autoritarios de derecha o izquierda. Ni encarna ni aboga por políticas donde se impone la sacrosanta ley del mercado, que es la que decide todo y está por sobre todo. Es decir, Alan García enfatiza como lo afirmaba Víctor Raúl Haya de la Torre, que el Apra tiene que adecuar su acción política y su manejo económico y social de acuerdo a la realidad en la que vive el país.
Como claro ejemplo de lo dicho, ya en el lejano 1945, el visionario fundador del Apra, afirmaba respecto al programa de Roosevelt contra la crisis económica que duró de 1929 a 1934, denominado como el Nuevo Trato que: “Planificación y democracia caben dentro de la libertad y se hace imperativo dejar de lado para siempre la formula liberal del laissez-faire”.
Esta posición realista, coincide con lo que acaba de expresar el recientemente electo Papa Francisco que: “La crisis económico-social y el consiguiente aumento de la pobreza tiene sus causas en políticas inspiradas en formas de neoliberalismo que consideran las ganancias y las leyes de mercado como parámetros absolutos en detrimento de la dignidad de las personas y de los pueblos”. Agregando también que: “Así como el comunismo cayó por sus contradicciones internas, este liberalismo también va a caer pos sus contradicciones internas”. Palabras que nos alientan a seguir luchando por la justicia social, bandera inclaudicable del aprismo.
*Artículo escrito junto a víctor Raúl Trujillo y publicado en La Razón el 17 de marzo del 2013
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